jueves, 9 de abril de 2015

Etapa 5: Día de ocio en Rías Baixas

Tras una noche loca en la que Richi, María y Chuqui bailaron con la Orquesta maravillas -mis ampollas y cansancio me impedían nada más que mover el codo hasta la boca para saborear un gin-tonic (o dos)-, nos levantamos al día siguiente para gozar de nuestro organizado día de asueto y ocio tras nuestros 120 kilómetros y haber cumplido llegando al fin del mundo. Nos depedimos de Fisterra con un buen desayuno peregrino en un bar al lado del puerto y emprendimos marcha a nuestra primera parada, Santiago, donde nos esperaba el hermano de María. María había decidido pasar el día con la familia, a la que profesa un impresionante cariño -creo que totalmente correspondido-, así que su hermano se acercó a recogerla a la capital compostelana para llevarla a Teixeiro. Tras dejarla en tan buenas manos, emprendimos marcha hacia as Rías Baixas, destino.....ahhhh, ahí nos encontramos con las intratables señalizaciones galegas!!! Para donde voy? Vengo? Qué dice el rótulo? Pero..., cómo??. Sansenxo? Increíble. Habrá que llamar a Iker del cuarto milenio, porque hay cosas de dudosa explicación!. En cualquier caso, ahí estábamos en la carretera, pasamos por autovía y luego carretera, camino del sur, de nuestro marisco y albariño bien ganado. Ahí nos encontramos con Padrón en fiestas (cómo costó cruzarla!), pero fue una retención que nos haría gozar más tarde de nuestros destinos: Cambados (parada, fonda y albariño a la butxaca), O Grove (parrillada de marisco al buche!), A Toxa (breve paseo por la esquilmada isla) y Combarro (qué pueblo!!, precioso de lo más!). Al fin, sobre las ocho y media, vuelta desde Combarro a Santiago, cena con pulpo, pincho moruno, jamón asado, y cerveza a raudal, gin tónic final, traca y mocador!). 


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