domingo, 5 de abril de 2015

Etapa 4: De Muxía a Fisterra

Finis Terrae!!. Cuántas historias, cuántas leyendas alrededor de este enclave! El fin del mundo! Durante siglos, sino milenios, ha sido su nombre mil veces llamado!!. Hasta aquí miles de almas han depositado su creencia, su cansancio, su deseo, sus ruegos, su esperanza. Un sitio mítico donde llegar, un sitio mítico donde creer. Qué estampa debía ser tras travesías de cientos o quizás más kilómetros, llegar al azul atlántico!!. Qué pasada! Un lugar especial, donde proceder al rito de la purificación,, donde quemar tus haraposas ropas, donde quemar en el fuego liberador tus anhelos y tus preces. Un lugar donde dejar algo de tí tras tanta vivencia. No me cabe duda que algo especial recorrería la sangre y los pensamientos de los peregrinos. Sientes algo especial que te llena y te emociona recordándoles.
Con la emoción especial de completar nuestro camino, aquel que iniciamos el 2011, empezábamos hoy la etapa. Y lo hacíamos desde otro punto especial, Muxía, que nos ha despedido con el viento y el fresco que le caracteriza, con el cantar de sus gaviotas, unas aguas siempre rugientes y un cielo abriéndose:im-presionante. Tras desayunar en el puerto de Muxía, hemos salido por la Playa de
Lourido, con sus bellas y blancas dunas. Un ascenso por asfalto y camino vecinal nos llevaba a coronar, tras paso por la aldea de Xurarantes, al Faro de Lourido, el punto más alto de la etapa. La etapa requiere cuidado con la señalización, ya que tiene señalizaciones dobles, de Muxía a Fisterra y de Fisterra a Muxía. Hemos pasado a un numeroso grupo de peregrinos portugueses que ya llevábamos viendo en otras jornadas. La etapa de hoy iba marcada también por la necesidad de completar los casi 30 kilómetros antes de las 14.45 horas, ya que he tenido que coger el bus de Fisterra a Santiago (lo estoy haciendo mientras escribo esta entrada) para recoger nuestro vehículo y volver a Fisterra con el resto del grupo. Aunque he pedido que los compis fueran a otro ritmo,
finalmente han tirado conmigo y hemos llegado a tiempo de cogerlo, aunque creo que con algún resquicio y cansancio lógico por el esfuerzo. En Lires, sobre los 14 kilómetros, hemos parado para que María descansara un poco y hemos aprovechado para coger los bocadillos de comer. Richi, ha decidido coger unas Estrella Galicia para acompañar, aprovechando que su mochila ha ido bajando de peso etapa a etapa y ahora parece la de la Señorita Pepis (dios sabrá a qué se dedica!). Tras remprender la marcha, he impuesto ritmo, porque cualquier parada me hacía perder el bus. Y eso que mis pies, con ampollas en cada uno, no están para muchos caprichos. Las señales nos han hecho despistarnos un par de ocasiones, aunque sin consecuencias porque los del lugar nos advertían, pero
da una idea de la dificultad para el peregrino, y lo absurdo de esta situación. Conforme se acercaban las aldeas, el atlántico se dejaba ver, pero a la vez se alejaba de nosotros, como retrasando el encuentro. Los rodeos, el asfalto y los caminos de interior, parecían impedir vernos. Tras otro par largo de horas y atravesar Castrexe, Suarriba, Hermedesuxo y Escaselas, llegábamos a San Martino de Duio, ya sin que nuestra vista dejase de ver al horizonte el océano. No lo hemos podido aguantar más, así que a puertas de Fisterra, Richi ha sacado su último cigarro, yo le he sacado de la mochila las tres Estrella Galicia (María estaba adelante hablando con otro peregrino), y hemos celebrado llegar a Fisterra, llegar al Fin del Mundo. Solo deciros que seguramente viendo las fotografías, se puede pensar que no hay para tanto, que hay sitios de costa tan o más bellos que éste. Puede que así sea. Pero nunca lo será para un peregrino,
para alguien que empezó allá en Saint Jean Pied de Port, cruzando los Pirineos, y atravesó la península para pisar el Obradoiro y, tras ello, llegar a tierras del dios Neptuno.
Buen camiño! Frederic

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