domingo, 19 de abril de 2015

Fin del camino Fisterra



Los antiguos realizaban tres ritos de purificación: bañarse en el océano, para quitarse el polvo de todo el camino, limpiarse externa e internamente de los avatares y pensamientos; ver la puesta de sol, como el ir y el devenir, la muerte del astro y su nacimiento milagroso día tras día, como el levantarse del caminante, día tras día, y por último, quemar su ropa, un rito en que se deshace de todo lo material, un momento iniciático en donde da comienzo una nueva vida, dejando atrás con el fuego purificador todo lo dañino, todo lo pasado, todo lo enfermo, todo lo doliente. Junto al Faro, en las rocas que asoman al mar pueden verse indicios de pequeñas hogueras con restos carbonizados. Al atardecer podéis coincidir con algún peregrino que se encuentre reduciendo a cenizas parte de sus pertenencias. La tradición “obliga” a quemar alguna prenda de ropa que se haya vestido durante las etapas del camino como símbolo de la renovación interior que todo peregrino sufre en el Camino de Santiago. Se quema lo viejo para dar cabida a lo nuevo. 

          

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